lunes, 5 de noviembre de 2012

El duende del Moncayo


Habita entre la vegetación del Moncayo un duende pequeño, huraño pero que en el fondo es bonachón. Al ocultarse el sol sale en busca de sus semejantes con el fin de compartir sus diversiones entre las matas de chordón y cerca de las setas cuando es época de lluvia. Ellos se cuentan las aventuras del día y se gastan bromas mientras cenan alrededor de una piedra.
El duende del Moncayo anhela ser como los humanos, esos que durante los fines de semana ve pasear  por los caminos en busca de la naturaleza invadiendo su entorno, su hogar.
Recuerda, pues vive muchos muchos años, que hace tiempo cuando se cruzaban dos caminantes se saludaban entre ellos e incluso los vio compartir agua cuando subían a la cumbre si alguno de ellos no llevaba. Ahora ya no es así. Uno puede ascender a la cumbre, cruzarse con otra persona y ni siquiera intercambiar un "buenos días" entre ellos. No lo entiende. Será que la gente está cada vez más preocupada por los problemas que le rodea.
Este duende desea  ser como los humanos a los que en algunas ocasiones después de tanto haberlos observado  quiere imitar. Para ello busca las mejores personas que caminan por los alrededores para llevárselas consigo y pese a que sus cercanos lloren su ausencia ello no es inconveniente para que persista en su empeño.
Su compañía será para el duendecillo su deseo. Así estará con esa persona toda la eternidad y le enseñará los secretos del bosque y de las aguas que circulan entre los hayedos, las huellas de los animales y el sonidos del viento. Será un nuevo duende del Moncayo.
No le sirve cualquier persona. Ante todo deber ser una persona con una gran sonrisa dibujada en su cara.
El sonido de su risa debe ser fuerte pues de  esa manera el duende podrá escuchar a su objetivo y estudiarlo.
Debe gustarle el Moncayo y disfrutar paseando por él y ante todo debe ser una buena persona. Tiene que gozar  con su familia y sus amigos  los pequeños momentos de cada día. De esa manera tiene asegurada una eternidad plena de felicidad para los dos pues la persona elegida será otra guardiana del bosque que estará vigilando la zona asignada y por la noche reirá junto a otros duendes de lo sucedido durante el día. Asimismo cuidarán de las personas que han abandonado. Todas las noches en la reunión que tienen los duendes hablan de sus familiares y amigos, de lo que les ha ocurrido durante la jornada y de lo que pueden hacer para apoyarles en su día algo más triste que antes de su partida. De esa manera en los sueños de la noche estarán más cerca de la persona que les ha dejado.
Si paseando por el Moncayo ves a alguno de esos seres, no te preocupes. Será que tu risa y tus pasos por la vida son tan profundos que se ha fijado en tí.
(Dedicado a todos los  que he conocido antes de ser duendes del Moncayo)


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