miércoles, 15 de julio de 2015

El faquir al que no le gustaban las agujas de las enfermeras

Esta historia sucedió no hace mucho tiempo en Tarazona, muy cerca del Moncayo.
Había un faquir muy famoso en estar tierras. Era tan famoso y tan conocido que recorrió todo el mundo mostrando su magia a todo el público que acudía en masa a disfrutar sus increibles números.a
En esos números era capaz de conducir una motocicleta con los ojos vendados sobre el cuerpo de otra persona que descansaba en una cama de clavos. Se clavaba también agujas en la cara y en la garganta. Actuaba asimismo con espadas. Se tragaba objetos que recuperaba. Jugaba con fuego. Vamos un faquir de lo mejor que ha existido.
Pero los faquires también son seres humanos y de vez en cuando deben ir al médico. Y les tienen que sacar sangre.
Este faquir me confesó que a pesar de toda su historia de faquirismo no le gustan las agujas de los médicos como a tantas personas y se inquietaba por el hecho de pensar que tenía que pasar por las manos de otra persona mientras le perforaba sus venas para extraer sangre. Es que los faquires además de unos artistas increíbles son humanos como todos.
Seguramente preferiría ser él el que mientras descansa en una cama de clavos se clave agujas en su cuerpo




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