martes, 19 de noviembre de 2013

El otoño llega al Moncayo


El duende del Moncayo está algo triste.....

Estamos ya en otoño y las setas empiezan asomar por el manto vegetal del bosque con un ritmo sorprendente. Es posible que hayas visto alguna no muy crecida y la dejes para el día siguiente y cuando vuelves ya no está allí. Otro duende la ha recogido.
Las hojas de los árboles ya se han caído. Las nueces del nogal bajo el que está enterrada la mascota del duende han depositado casi todos sus frutos. El día es más corto y a las 6 y poco ha caído la noche... lentamente, sin hacer apenas ruido. De vez en cuando un baño de agua nos refresca el aire que respiramos y el suelo del Moncayo lo bebe como si fuera un nectar que precisan todos sus elementos para conformar una sinfonía perfecta.
Sin embargo el duende va caminando recorriendo sus senderos. Percibe que todo es mutante y se va trasformando poco a poco en otro duende con nuevas células y con casi 500 años. Se va dando cuenta como los pasos que recorre con otros duendes cercanos a veces no van a la misma velocidad y desea esperar que se reencuentren en nuevos cruces de caminos. Siente como los duendecillos que ha visto crecer se van haciendo grandes cada vez más grandes aunque todavía no le da sensación de que se le escapen de las manos como la arena suelta cuando se coge un puñado de ella y se marcha poco a poco.
Desea que los duendecillos de su bosque se hagan duendes de provecho, estudiosos trabajadores y felices pero ante todo buenos duendes mientras silban canciones por el bosque junto a los animalillos.
Pero el duende como conoce a tantos duendes de otros bosques tiene un hueco dentro de su corazón y un nudo cuando sabe que a alguno le pueda ocurrir algo malo. Y no llega a entender como puede ser que siendo un duende pequeño pueda padecer algún mal como algunas hojas de los árboles que se vuelven oscuras a trozos o como algunos ríos que quieren crecer a toda costa y cubren de agua plantas y terrenos despojando de vida a algunos animales.
Siente tristeza recordando el día que se fue su duende padre del cual no se pudo despedir y gran dolor cuando piensa en su madre duende con al cual hace años que ya no puede conversar y aunque no se marchado ya no está en su bosque...
Pero el duende tiene esperanza de que el camino que debe andar con otros duendes se le aparezca delante de él y siga caminando mientras descubre nuevos horizontes y nuevos personajes para construir nuevas historias.

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